sábado, 27 de mayo de 2017

Lluvia de Sangre


Lluvia de Sangre



La noche plena
de plañideras sirenas de pesadilla

Castillos voladores
Estrellando la noche
Fuegos fatuos ardiendo
En la noche salvaje

Sendas deformes
De bloques tremulos de helado granito.
Ancestrales sendas plagadas de cuerpos.

Llueve sangre en el cementerio.

Cuerpos tendidos en asfálticas avenidas
Ajenas al sonido.
Cristales hirientes
Flores de Zempoalxochitl flotando en el Estigio.

Tlalocan bullente de sangre saceificial
Juramentos
Olvido y sombra
De fantasmales tlatoanis.

Oh, Árbol del trueno
donde los chamanes dialogan muertos
Pendiendo de garfios del cuello
Santa Iglesia muestra las fauces ensangrentadas
De su piedad...

Y destroza la noche la carroza
De la muerte de los esclavos
De los santos olvidados.

Buitres comerán bien al alba.
- Voz navajo, profecía del desierto.

Plagas y sombras y besos de muerte
En las afiebradas noches plenas de plaga
Peste y sudor y muerte verde
presionando el muslo infectado de las doncellas.

Moscas verdes enjoyadas con esmeraldas.
Ojos de amatistas y vuelos finos de alas.

Áspereza rocosa del féretro impronto.

Y de pronto...
Llueve sangre.

El pantano vomita
Noche tras noche
Processiones de cadáveres putrefactos
Ora pronobis
de los descarnados.

Calles solas de gritos silenciados
Chopos y ficus silentes bañados de rojo
Sangre
Sangre por doquier
Y el fuego se apaga.

Nada prevalece salvo la sed
Eterna de violencia.

La locura llora de risa
Y afuera
Llueve sangre.



27-05-17
Baal Fausto Aramizaél Kurioz 

martes, 28 de marzo de 2017

Tronus Abyssus


Tronus Abissus

Baal Fausto Aramizaél Kurioz

Y aconteció entonces que nacimos terror...

Hijos del obscuro abismo
sacando tímidas sus cabezas.

¡Oh, bellamente abominables!
Llamando las sombras asombrados
ante las tenebras ya anunciadas.

Ojos negros escudriñando los antiguos rasgos
en la faz del ídolo
buscando respuestas a su misterio

¡Oh, abismo!

Fondo cruél en que todos retorcemos
nuestros cuerpos quebrados
en busca del asfódelus místicus
que nos limpie, ¡Oh, tonatzin!
De todos los males.

Voces dormidas
ebriedad desnuda y húmeda
de dioses dementes,
la resaca divina
traerá consigo reumas kármikas
dolencias ancestrales
a las tribus olvidadas
de Anáhuac.

Oh, Tlaloc que buscas en la tierra
la Aztlán sumergida.
Atl, agua y antis, gigantes,
oh, gigantes de agua
habitantes de Atlantia.

Bosques abismales marinos
buques sepultados
en las ruinas de Cthulhu,
Quetzalcóatl, mensajero del sol
sobre el abismo navegó.

"Al cielo mudado en estrella se trasportó,
y ahí persiste ardiendo en magnificencia.
Hasta el día de hoy"

Tronus abisus
en el reflejo en el vaso rebosante de mezcal
vino sagrado
del dios del Mictlán
voces y rezos y plegarias
y voces y más voces
en la noche destrozada sin silencio.

Y de repente
aparecen perros
espectros negros
de los cementerios...



domingo, 14 de agosto de 2016

Jardines Eternos de Lemuria

Jardines Eternos de Lemuria




Jardín de Niebla

(Nebelgarten)


~ I ~

Hexens dementes
Aúllan a través del halo de la noche
El Nifelheim abierto.

Pozo incierto saturado de hados fatuos
oscuridad en el brocal de la vieja Urd
caridad sin certeza del abismo.

Oh, brujas locas que conjuran
en la noche más oscura
a la terrible sombra de la Madre.
Aullidos fantasmales.
Niebla tenebrosa
(y fétida) de la tumba emergente,
que nace de los muertos.

Oh, miasma hedionda envenenando el panteón
dioses pútridos boqueando en busca de aire,
cripta fractálica de la que brota
la risa del Emperador de los Helados.

Inspirados dementes
cegados por la niebla fétida de los muertos.
Oh, dormir en morgues y despertar entre ataúdes.
Oh, sombría caridad del abismo.
Oh, sueño...

Abismo negro de los guerreros,
Mictlán abismál saturado de oscuros
espectros sonrientes que alimentan al Dragón.

~ II ~

Heladas gotas,
lágrimas gélidas del cielo
caen sobre Nebelgarten,
son de las mil tonatzins que perdieron sus xocoyotes
camino al río inmemorial.

Llanto del Tlatoani
canto ancestral.

Costas de marfil de la noche,
asombradas y ennoblecidas,
aliento del abismo corrompiendo la pureza
nacarada de la luna.

Miasmas ascendientes al cielo melancólico de la noche.

Estrellas de rubí en un cielo oscuro
brillantes zafiros en los ojos de la máscara de jade.
Sonriente dios del abismo.
Hijos de la soledad y tiniebla que viajan
rumbo a lo desconocido, en la canoa de Yáotl.

Lanzas afiladas de bruma
zarcillos purulentos,
aliento mefítico
de lengua tumefacta
escupiendo toda la noche
rezos y más rezos
en la playa abandonada.

Padre Sol juró que volvería...

~ III ~

En la hora en que
los asesinos suelen afilar sus navajas
y cargar sus revólver con sus balas de insania,
caminaba una sombra entre el valle de los muertos,
con la tétrica voz del silencio
acunando sus pesadillescos ensueños.

Sombra que ora al pie de la horca
hora negra de silencio,
el jardín cerrado y, de las ramas
miles de hojas de cerezos ensangrentadas,
mil musas suicidadas
cuelgan, ¡Ah, con las lenguas de fuera!
En las ramas del valle nublado.

Cielos oscuros abren sus negruras
al ojo imperfecto de la muerta humanidad.

Estacas de fuego
manando el incienso de la carne muerta.

Jardín de Ceniza

(Aschengarten)


~ I ~

Redes de Noche que pescan
en el negro río del éter oscuro...
Celestial desolación
cielo lleno de nada.

De la nada cantarina que risa tras risa
nos canta rimas que llenan el viento de insania...
Destierro nebular en la calle sola.

Perros de la Noche y aullidos lunares
en la noche de silencio destrozada,
videntes ciegas y drogadas
en largas peroratas
con las almas de los suicidas.

Voces en el río del abismo,
sucia corriente pútrida y mefítica
de abismos y de horas siniestras
en que la hija de la aurora
se cuelga del árbol del trueno.

Cadáveres, miles
asaetados
a las cruces ardientes atados, desparramando sus cenizas mortuorias
en el jardín.

Intoxicación pulmonar con ceniza necrótica
del sonriente jardín muerto
sonrisa de muertes alegres
surcan la noche de silencio pleno.

Vacías cuencas de Mictlanteccíhuatl
me miran aguardando
el momento de mi combustión espontánea.

~ II ~

Los Aesens Bravos surcan en sus corceles de nieve
campos de cenizas y desolados páramos de sueños enfermos,
la cabalgata de los dioses
en un jardín yermo.

Espíritus de la noche acechantes
cenizas en las baldosas de las calles,
la ciudad muerta donde el ídolo aguarda.

Y el suelo tapizado de cenizas de apestados
y las calles cubiertas de esqueletos de los sacrificios
y los callejones de huesos roídos por los descarnados
y los helados entonando canto tras canto
al Dios de las cenizas
al Dios Blanco.

Abismales simas manando brumas funerales
apestosos cadáveres pudriéndose bajo la doble sombra del oscuro sol.

III ~

Insanas visiones en el valle metálico
de la olvidada y onírica ciudad
y las brumas
emponzoñando con el aceite hediendo de los corruptos
el fresco aire del Dios.

Locos monjes muertos danzan
atados a los postes extrañas danzas
bolsas henchidas de blancos gusanos de negras cabezas de lobo.

Saludan y hablan y comentan
con asombro el milagro de la carne muerta.

El dios sonríe pétreo y blanco en el centro de la ciudad
rodeado de cenizas y huesos y cuerpos
pútridos del silencio.

Jardines de cenizas
coliseos pútridos donde
larvas gladiadoras disputan a muerte
la muerta carne del sacerdote huésped.

Huellas del hombre en un terreno ajeno al hombre
reliquias huesudas
labradas en humanas osamentas.

Espectros agusanados del pasado.
Linfa hedionda y pútrida
oh, caldo infame de la muerte.
Oh, dios vengativo y silente.

La Gorgona ha cobrado nuevos devotos
en los ojos ansiosos de los aesens aprisionados.


jueves, 12 de mayo de 2016

Narayana

La Llamada de Narayana
Franco Misaél Sánchez Díaz (Baal Fausto Aramizaél Kurioz)



~ I ~ 

 Soñando bajo cielos encapotados de azul olvido 
hay sepulcros atemporales grietas dimensionales 
donde fantasmas eléctricos 
fluctúan a través de espacios sin forma. 

 Reina ahí la Reina del Olvido 
suave voz del suicidio. 
 Una rama metálica se balancea 
dejando caer hojas de cobre otoñales 
estaño en los pies del colgado en una ciudad muerta. 

 ¡Oh, muerto con la lengua de fuera 
que gritas desde el silencio de la nada 
lo total que es la extinción! 
Lo largo que es el olvido. 

 Pez idiota de ojos vidriosos 
boqueando en medio del desierto de la vida, 
que ignaro vive, que ignoto expira. 

 ~ II ~ 

 Cripta fractálica abre sus compuertas al sacerdote; 
Deus Ex Machina inútil que ignora cómo salvar la escena humana... 
Misteriis tenebrarum, 
balada enferma de voces muertas. 

Rasgos de insanía en la faz de la princesa. 
 ¡Oh, aristócrata caníbal 
convidas momias a la soirée de las séis. 

Juicio de la desconocida gritona del bosque, 
que me llama y me busca berreando mi nombre 
en las sombras asombrada del misterio de la Nada. 

 Narayana... 

 ~ III ~ 

 Canal silencioso del río Estigio 
congelados cocitales en posturas hieráticas 
retando al tiempo dolorosas estatuas del silencio. 
 Jardín de árboles humanos carne desgarrada; 
mórdibos ángeles trazan mandalas verdes 
demonios asimetricos danzando 
la balada de los gatos desollados sobre la cabeza de un alfiler. 

 Voz demente balbuceando
rezos y más rezos 
anhiquilando el altar del silencio; 
invocando fuerzas incomprensibles, 
espectros de tungsteno resplandeciendo en la Noche Vieja. 

 ~ IV ~ 

 El mandala de Narayana 
abre el portico de las cuatro cruces, 
paso prohibido hacia el Edén enajenado; 
lujuriante vegetacón oculta los ritos de Matri Neydn. 

 Fango, carne, sangre, 
lodo y agua desalinizada riegan el antaño suelo estéril. 
El corazón nuclear calienta las antiguas pieles de las señoras salvajes, 
sacerdotizas de la demente... 

Neydn... 

 Coloso congelado,
 que sueña entre los hielos aguardando ser encontrado,
dentro de su cuerpo metalico, 
se halla Ardens restaurado, 
dentro, hordas dementes aullan perpetuamente 
en una paradoja letal. 

 Locura viene en el aire gritando 
llamando en el silencio a los hombres muertos 
a los espectros del cementerio

martes, 23 de febrero de 2016

En Las Tierras de Sknot - Acto 1

En las Tierras de Sknot – ACTO 1



"Intradens ad interiora Morti"

Grabado en una lápida sepulcral del Siglo II

~ I ~

Nihuris, hija de Eltarion de Hurdum galopaba a lomos de un recio corcel enmyrio, su armadura en plata y cobalto desgastada por el largo camino, evidenciaba la dureza de los territorios por los que acababa de atravesar; iba en busca de una noble guerrera ulvyrica.
La emperatriz Aglae había convocado a todas las guerreras con experiencia en combates contra tribus bárbaras thyranias y Aglae de Ulvyria se había destacado en el pasado, durante las rebeliones sureñas treinta años atrás.
Las lenguas contaban que la guerrera durante su juventud había guerreado contra bandas sangrientas del sur de guerreros sin ley ni orden que habían asolado los terrenos del señorío de Aldúmene.
Y era que dicha señora de la guerra no era Asyndane al completo.
Por eso Nihuris era la encargada de buscarla. En las filas de los ejercitos enmyrios eran las asyndane quienes dirigían y comandaban, pero el grueso de la infanteria, artilleria y caballeria eran una mezcolanza de elfeyds, mannenskyn y asyndanes de baja ralea. Y de entre ellos, muy pocos, contados podían llegar a ser dirigentes; tal era el caso de los padres de Aldúmene y de Nihuris, ambos habían nacido mannenskyns.
Los mannenskyns eran la estirpe más baja de todas superior unicamente a las bestias a los ojos de las orgullosas señoras asyndane de la luz; sin atributos mágicos o habilidades guerreras particularmente excepcionales, los mannenskyn pululaban entre las ciudades de Enmyria como siervos o refuerzos a contigentes guerreros, mercenarios, campesinos y obreros. Eran los pequeños peones que siempre servían sin aspirar a ser servidos salvo por méritos realmente únicos que hayan superado inlcuso a las mismas asyndanes.
Y entre las mismas asyndanes, los nombres de Eltarion de Hurdum y Aldyon de Ulvyria eran legendarios, dos nombres mannenskyn bien grabados en los anales de la historia asyndane.
Pero eso había sido en guerras menos sangrientas que las que se avecinaban. Nihuris había escuchado con temor fervoroso las palabras de la emperatriz Aglae cuando ésta le contó de los horrores y excesos a los que las thyranias sometían a las ciudades y villas fronterizas entre Thyrania y Enmyria, excesos que habían sobrepasado la medida de lo tolerable. Actos blasfemos que habrían escaldado los ojos de los mismos dioses.
Cuando el bravo corcel sobre el que la asyndane cabalgaba cayó al suelo echando sangre por ojos, nariz y belfos, Nihuris casi había llegado a su destino, pudo divisar al fin los chapiteles terminados en punta del castillo de Ald-Or, hogar de Aldúmene de Ulvyria.

~ II ~


El sol resplandeciente de mediodia  chocaba con el viento frío entre los pinares del bosque. Las botas de la señora de los bosque de Ald-Or caminaban entre las ramas y agujas de pinos con soltura sin quebrar ni un solo con rapidez, en su pecho llevaba atravesado un lazo del que colgaban cinco conejos de buen tamaño, corría de vuelta a su castillo al escuchar el Cornis Ceremonialis, un llamado bronco y recio que vibraba más que sonar en el bosque anunciandole a la señora que había visitas de la corte cuando ésta andaba de caza, cosa bastante frecuente.
La guerrera odiaba por lo general las visitas de las asyndanes cortasanas de Ulvyria y en general de todas las asyndanes de los tres grandes continentes. Aldúmene había crecido con el estigma de ser una Mannsyndane, una híbrida asyndane y mannenskyn, vista como una mutación tolerable, ya que el padre de Aldúmene, Aldyon había sido uno de los pocos en poder desposar a una asyndane y engendrarla a ella.
La noble creció en medio de la soledad de la corte de su padre que, tras terminar su servicio como soldado de la emperatriz Aglae, recibió las tierras y bienes en que ahora ella regía. Durante su mocedad creció tranquilamente, rodeada de sirvientes mannenskyn que siempre le servían; más que con servilidad, con ese cariño que los padres le tienen a los hijos.
Pero al entrar a la milicia, Aldúmene supo el lugar en el que ella y otras mannsyndane ocupaban en la escala de valor social asyndane.
Pese a la reputación de su padre, Aldúmene tuvo una juventud muy dura y complicada. No era asyndane al completo, pero tampoco era una mannenskyn, ésto dificultaba el colocarla en un frente ya que se ignoraba de sus capacidades. La noble recordaba con una mezcla de rabia y vergüenza las encomiendas y exigencias que de ella se esperaban, aquellas noches y dias de vejaciones y desprecios, de ultraje tras ultraje le endurecieron el gesto y le amargaron la existencia para siempre.
Pese a todo y por los métodos menos ortodoxos posibles en el corrupto mundo militar asyndane, Aldúmene alcanzó el grado de capitana ganando como recompensa a todos sus esfuerzos previos el ir a luchar contra tribus bárbaras en el peor muridero thyranio en aquél entonces.
Y pese a ésto y con fuerzas disminuídas logró resistir su posición y abatir a los principales dirigentes bárbaros de la horda invasora.
Tras aquello y con el alma resentida, Aldúmene volvió a su castillo convertida en la Gran Capitana, digna heredera del supremo guerrero mannenskyn, pero con el alma marcada por el odio y la violencia.
Sólo en los bosques lograba un poco de paz, sus noches eran rojas y plagadas de recuerdos dolorosos y horripilantes. Aldúmene de Ulvirya era un alma quebrada por los espantos de una guerra que no era mas que una simple escaramuza provincial a comparación de lo que estaba a punto de soltarse, y estaba siendo llamada por el triste reclamo bronco y metálico del cuerno broncíneo para alistarse en otra batalla.

~ III ~


Nihuris aguardaba a la señora de Ald-Or mirando los cuadros que adornaban el salón cortesano del castillo y más concretamente, el de Aldúmene.
Nihuris era una morena mannsyndane de tristes ojos dorados y cabellos largos y blancos de estaturia un poco inferior a la media asyndane; muy diferente era Aldúmene, de violentos ojos fieros de un azul volcánico y de piel clara de cortos cabellos negro-azulados y de rasgos duros guerreros.
Nihuris pensaba en lo diferentes que eran y lo paradojicamente similares que tenían planteados sus destinos. Nacer en batalla y perecer en batalla.
En su mano, enrollado y sellado por un cordel dorado, estaba el llamamiento que Aglae había extendido para Aldúmene.
Las botas de la señora de Ald-Or resonaron en el pasillo, Nihuris reconoció en el andar aquél, el paso altivo de una noble y el andar marcial y sigiloso de un soldado.
En efecto, la morena guerrera se giró para encontrarse con la capitana. Grande fue la sorpresa al ver a la gran capitana vestida con una armadura de cuero ligera, botas de caza y una tira de conejos cruzada en el pecho generoso que discurría a una breve cintura. Pero el modo de sostener la postura, el modo de tener cruzado el cuchillo en la cadera y los ojos, la dura mirada de una vibora acechando, convencieron a Nihuris de que era por quien había recorrido tantos kilómetros.
~ ¿Aldúmene de Ulvyria?. - preguntó Nihuris.
~ La misma. - dijo la capitana mirando de pies a cabeza a la guerrera.
Aldúmene había esperado una asyndane cortesana, era lo usuál cuando Aglae mandaba exigirle cuentas por la madera de sus bosques o el acero de sus minas. Pero ahora notaba un gran cambio, los ojos de la emisaria, dorados y melancólicos, su piel broncinea y cabellos largos blancos eran algo que no cazaba con el aspecto de las asyndane de Ulvyria.
~ Soy Nihuris, enviada de las emperatrices de Enmyria, las señoras se encuentran reunidas en la capital del imperio de Ulvyria contemplando la posibilidad de entrar en conflicto con las señoras de Thyrania y necesitan a todas las magister militium en activo.
Aldúmene miró a la guerrera, se veía que venía de lejos y que apenas y había parado durante el viaje. Debió ser una larga jornada desde Ulvyria hasta Ald-Or.
~ Si. Sólo cuando las asyndane se cansan de discutir mandan a los mannenskyn a morir... - dijo con sarcasmo quitandose la tira de conejos y dandosela a un silencioso sirviente. - emprenderemos el viaje temprano por la mañana, por ahora necesitará descansar, soldado.
~ Soy capitana, como usted, y también soy mannsyndane. - dijo Nihuris. - acepto su hospitalidad y agradecería que no demorasemos, le explicaré las instrucciones esta noche y temprano partiremos a las tierras de Sknot...
Aldúmene, hasta entonces seria y distante se giró hacia Nihuris fijando sus ojos chispeantes en la morena.
~ Sknot es territorio logressian... - murmuró distante Aldúmene.
~ El ejercito que está hostilizando las fronteras es el ejercito logressian y el primero que deberá ser pacificado, nos convocan a usted, a mi y a otras siete capitanas y sus regimientos a crear la primera linea de defensa contra la invasión thyrania que viene pulsando del sur. - contó Nihuris con claridad.
~ Así que Átropos y las thyranias por fín cobraron la fuerza suficiente para levantar el brazon contra Enmyria y Magonía.
~ Sólo la alianza de las señoras enmyricas está en conflicto por el momento. Las regentes de Magonía mantienen su voto de...
~ De imparcialidad y paz... - terminó Aldúmene. - entonces seremos nueve compañías contra las fuerzas de las logressians, ¿Dónde encontraremos a las demás capitanas?
Nihuris acompañó a Aldúmene a una mesa cercana donde la morena capitana extendió el pergamino donde figuraban mapa y objetivos.
~ En el paso Broggerkahl cerca de Sknot. - comenzó a explicar Nihuris. - Hay una colonia mannenskyn que usaremos como base y centro de abastecimiento. Concentraremos nuestras fuerzas ahí creando el perimetro defensivo desde esa posición hasta el sur donde nos encontraremos con las fuerzas a cargo de Eltharys de Liriél.
~ ¿Eltharyz de Liriél? Ella era alférez...
~ Fue ascendida luego de que la anterior capitana Alra de Liriél cometiese alta traición asesinando a un Senator, siendo condenada al cautiverio en los yermos de Thyrania.
~ Extrañaré su espada... - murmuró Aldúmene con un terrible presentimiento de aquél plan.

~ IV ~



El reino thyranio de Zhag-Bel-Ahn había sido dominado por las señoras terribles de la guerra siglos atrás y sojuzgado con dureza.
Los pueblos que habitaban aquella tierra salvaje y dura habían presentado una feroz resistencia a las emperatrices asyndane thyranias cuando éstas comenzaron la colonización; Átropos aprendió que la tenacidad era quizá la única fortaleza elevada de aquellas bestias brutales que tan indomables se le presentaban.
Pero la oscura señora de la guerra conocía bien cómo doblegar la voluntad de pueblos y quebrantar cualquier espíritu; sus métodos, inimaginables para cualquier mente menos brutal, eran sencillamente monstruosos.
Los zagbelians eran mannenskyns en una escala muy inferior, eran mayormente semi nomadas y practicaban la caza y recolección, la escritura, agricultura y arquitectura les estaba casi vedado y solían vivir en puebluchos que montaban y desmontaban según el tiempo les era hostil o benéfico. Poseían un método rústico de ganadería que se limitaba a pequeños rumiantes y cerdos salvajes y, hasta la llegada de las crueles emperatrices, los zagbelians habían vivido relativamente en calma en su mundo bárbaro. La tradición oral lo era todo y sus leyendas, rituales y deidades formaban la base de sus creencias y dictaban sus códigos morales y de conducta, ya que, independientemente de su estado relativamente atrasado, eran una comunidad pacífica que trataba de sobrevivir como mejor podía en un mundo donde sobrevivir era imposible.
Fue hasta que sus principales chamanes y líderes guerreros estuvieron encadenados y enjaulados como bestias ante las sonrientes guerreras del oeste cuando los zagbelians conocieron la palabra "esclavitud".
Por medio de brujerías arcanas y prohibidas nigromancias, Átropos logró obtener secretos ancestrales sobre ritos, ceremonias y demás conocimientos prohibidos aumentando su ya de por sí amplio arsenal de conocimientos, arrancándolos de los labios mismos de los muertos.
Las cañadas y cimas circundantes a Zag-Bel-Ahn se llenaron de los ecos desesperados de las victimas de la enloquecida emperatriz que, ebria de poder y sedienta de sangre, jugaba con aquellas desdichadas criaturas retorciendo sus formas y sus mentes, retrocediendolos en la escala evolutíva hasta un nivel infrahumano blasfemo y, luego, ascendiéndolos con violencia hasta contemplar infernales criaturas evolucionadas en espantosas formas.
Fue de esos primeros habitantes de los que la maldita emperatríz sacó la semilla de lo que serían las Logressians, siervas fieles y brutales de la oscura Átropos.
De una estatura que superaba por dos cuerpos y medio a la más corpulenta de las asyndane enmyricas, las guerreras logressians reunían en sus cuerpos brutales tanto poderosos músculos como ágiles y largas articulaciones letales en lucha cuerpo a cuerpo, usualmente vestidas con armaduras de cuero ligeras aunque aptas ya que las pieles gruesas de dichas guerreras eran dificiles de perforar.
Si bien no eran de una inteligencia providencial, sí habían llegado a dominar el arte de la arquitectura a base de látigo, ya que fueron las logressians quienes elevaron muchos templos y palacios thyranios y la estrategia militar, la disciplina y una lealtad a las señoras de la guerra forjada a hierro candente en las mentes de todas y cada una de las logressians.
Y de entre todas, fue a Treyldar de Kargyen la que Átropos mandó llamar a sus aposentos en la avanzada de Zagh-Bel-Ahn al este de las tierras de Sknot.
Treyldar era una logressian de cuatro metros y medio de altura de cuerpo poderoso tostado por el sol de toda una vida de cautiverio y trabajos forzados, había nacido en el desierto y crecido entre el polvo de las contrucciones megalíticas y la sangre de su espalda al ser abierta a latigazos al ser hallada en falta, sus ojos cafés oscuros hablaban de tormentas internas que jamás apaciguaría y, tras ser enviada por Átropos en alguna misión de reconocimiento, ganó el privilegio de llegar a capitana al demostrar una claridad de pensamiento y una rapidez de acción providencial, pero de entre todos sus posibles atributos, físicos o psíquicos, a Átropos le fascinaba uno que no se cansaba de explotar: el anhelo desesperado de liberar a su gente del yugo asyndane.
La oscura emperatríz asyndane sonrió al ver a su imponente capitana de pie ante ella. El viento ardiente del desierto zagbeliano soplaba juguteando con la pajiza cabellera larga y roja de la logressian.
~ Treyldar de Kargyen... - habló con solemnidad Átropos. - te he llamado ante mí porque quiero ofertarte la libertad de tu pueblo, una libertad que muchas antes que tú han buscado sin mayor éxito que el exilio o la muerte...
Treyldar asintió escuchando atenta.
~ Lo único que espero de tí, es que rompas la linea defensiva de las guerreras enmyricas que se acercan a invadir Thyrania y penetres hasta la misma Ulvyria causando el mayor número de bajas asyndane enmyricas; no tendrás soporte de ningún tipo, estaran solas... - dictó Átropos.
- Pero sé que sabrás aprovechar todos los recursos que encuentres en el camino para llevar tu misión a buen éxito.
~ No volveré de ese encargo, mi señora... - observó la logressian.
~ No es necesario que vuelvas, bastate saber que detrás tuyo irán varias capitanas más que se encargarán de tomas el resto de ciudades cúpula enmyricas despues de que Ulvyria caiga. Así, seré informada de todo cuanto hagas y de tus éxitos y fracasos, así, tu pueblo será libre si a cambio tú me das una entrada a las tierras de Aglae... Mi rebelde hermanita.
~ Juro por todos mis ancestros que nada me detendrá hasta que las puertas de Ulvyria hayan caído a golpes de la maza logressian... - dijo Treyldar con firmeza golpeando su pecho.
~ No espero menos de tí, recuerda que tu gente depende de tus actos, Treyldar de Kargyen. - sentenció Átropos sombriamente. - una cosa más, Treyldar, una nimiedad que espero sabrás cumplir con tu vida si es preciso...
Treyldar levantó la vista, Átropos pudo ver en la mirada de la logressian la decisión que viera en los primeros zagbelians siglos atrás y supo que su guerrera tendría éxito, sonrió complacida antes de decirle a la enorme capitana su último encargo en las tierras de Sknot.

~ V ~



Zydene de Fenzeris, asyndane bajo el mando de Hermynd de la coalición enmyrica examina las profundas hondonadas del paso Bruggenkhal, cimas rocosas, sombrías y nebulosas se extendían en tortuosas hondonadas que se le antojaban bocas de lobos abiertas y listas para devorar al incauto que osase pasearse por ellas.
Había recorrido las entradas a la senda una y otra vez esperando ver al resto de capitanas asyndane que se suponía debían unírsele para iniciar el perimetraje defensivo en la frontera enmyrico/thyrania.
~ Pero al parecer soy la única que está en donde debe de esta... - pensó la rubia asyndane escudriñando nuevamente el abismo con sus ojos verdemar, en los costados llevaba una doble funda con dos espadones afilados y prestos para el combate, e iba envuelta en la armadura en plata y cobalto de la alianza de Enmyria, hacía días que los caminos no eran frecuentados por ningún forastero y aquello la ponía nerviosa.
Zydene no sólo era una corpulenta, amable y confiable asyndane guerrera, sino una ávida estudiosa de lo físico y lo parafísico, y en su juventud había leído decenas de libros de leyendas de los viejos días y almanaques tanto asyndanes como elfeyds, y por ellos sabía que las tierras de Sknot eran terribles abismos donde la muerte vagabundeaba a sus anchas con pies ligeros y veloces.
Pueblos de todos los tipos habían intentado establecerse en aquellos valles áridos y desolados, donde chacales y salamandras convivían con los demonios de los desiertos, los temibles espíritus que roen muertos. Y más terrible aún, una obscura leyenda apenas esbozada con temor contaba cosas acerca de una espadón de poder perteneciente a Burdigaard, emperador supremo de Absyx, némesis de Mizarión de Lauressia y de lo que sería capáz de hacer si éste llegaba a caer en manos o bien asyndane o bien mannenskyn.
Y de un ídolo de doble rostro oculto en alguna cripta subterránea en algún lugar del desierto pedregoso de Sknot y sus torturados valles, un fetiche pagano y poderoso que guardaba dentro de sí un secreto terrible.
Zydene sabía que era una insensatéz considerar la leyenda del ídolo y del espadón como realidades, pero había aprendido que toda leyenda y mito tenían mucho de verdad y poco de ficción, después de todo, las mismas emperatrices asyndane con su mera existencia probaban que, por lo menos Mizarión sí había sido real.
La capitana pocas veces dejaba que su fantasía volara como en aquellas ocasiones, pero le era imposible no considerar, con un estremecimiento de emocionado temor, que quizá estuviesen en las compuertas de un reino muerto, maldito y arcano que debería de haber permanecido inviolado.
Los pensamientos saturninos de la capitana asyndane se vieron interrumpidos por un rumor bajo que se iba aproximando, era un corcel, Zydene aguzó la vista y miró lo que esperaba, una solitaria sombra galopando por la vera del camino sosteniendo un estandarte con la bandera de la alianza.
~ Por fin... - pensó Zydene sonriendo partiendo al encuentro de la alférez emisaria.
La alférez representaba a la capitana Glaricarda de Malkhery que había tomado posición y esperaba al resto del contigente.
~ Bueno. - pensó Zydene siendo conducida a la avanzada de Glaricarda. - ya solo faltan otras siete y estaremos todas.

Glaricarda de Malkhery, al igual que el resto de las asyndane malkeryans eran quizás las más menudas de todas las asyndane enmyricas, pero ésto no les impedía ser astutas y letales como las mejores guerreras de cualquier tierra thyrania además de ser sigilosas, alguna vez en alguna gesta habían demostrado ser la fuerza felina de la alianza, hermosas, crueles, astutas, letales y despiadadas, y Glaricarda encajaba bien en esa descripción, rubia y de rasgos juveniles sumado a un fuego interior nato que era su mayor virtud.

Fin del Primer Acto

lunes, 27 de abril de 2015

Las Mutaciones, Libro Cuarto - Aschengarten

Las Mutaciones
Libro Cuarto - Aschengarten


A Jacob Velazquez, por su constante aliento y amistad.

I

Silencio
que tus observaciones aguzadas
muten a serias cabilaciones
aquí se cierra el libro de las Mutaciones

II

Soledad y silencio
infernal requiebro
llamas de tenebras
Famelicos
jinetes fantasmas
en la tormenta.
Campos siempre verdes
y jardines de cenizas.
Atades vacíos
Sepultados en siniestras cuevas
en la tenebra infernal.
Y verdes prados de Lemuria.
baladas suicidantes
Blackmetal de la putrefacción.
Rasgos de insanía
e infinito terror.
Páginas mudas de cuaderno
pálidas musas del silencio.
tinta negra de mi alma
noche silente
noche infinita.
Todo ha de mutarse en cenizas
se cierran las visiones.
¿A quién le ha de importar?
El tiempo lo dirá.

III

Mutación ovular
verde crepuscular
todos volveremos
al seno
de la madre siniestra.
Crepusculares destellos de plata
Áurea puesta solar.
Gravedad.
Si mis palabras
no creyeras
recuerda la figura
disforme de angulos imposibles
que fuera mi alma.

V

Mutación de mutaciones
cambia lo incambiado.

VI

Voz de mujer
de niña
de niño.
De madre y padre,
de hermano y hermana,
de marido y mujer,
de ancianos y espíritus,
de sacerdotes y asesinos,
de santos y suicidas,
de demonios bienintencionados,
de moscas y sapos,
de perros y gatos,
de honrados,
de depravados,
de principio y fin,
de alfa y de omega,
todo en ésta tierra
todas sus creaciones
son resultados de tremendas mutaciones.

~ Silencio ~
~ Estática ~

jueves, 23 de abril de 2015

Terrores Nocturnos

Terrores Nocturnos
(Sin piedad para los Condenados)



"Se desplomó en la silla, el pelo se mesaba, y se puso a declamar melancólicos versos, que en su contenido llevaban la insania mientras que, con las manos hacía sonar un dos huesos."

Lewis Carrol - La Caza del Serpiburón


"Turbante Noche, sigo despierto y sé que el Diablo frecuenta soledades.

Gustavo Cerati


Intro


La llorona y los fantasmas,
los nahuales, chaneques, aparecidos,
diablos y demás apariciones
se transfiguran de continuo ante la mirada del que camina tras los cerros
manifiestan su insanía de continuo
ante la gente que, aterrada comenta:
¡Ah, experiencia!
Con el índice sobre los labios
murmuran llenos de espanto.
¡La llorona!
y recomiendan seriedad a sus escuchas
y discreción a los incrédulos.
Pues todos entienden
que no es ilusión, sino pura verdad.
Recordad que el diablo acostumbra páramos yermos
y solitarios

 La Llorona

 

"Hay, yo quiero amarte llorona
hay, yo quiero llorar contigo,
déjame ayudarte
na'más dime cómo,
y así será"

 Saúl Hernández


"Salías del templo un día, llorona,
cuando al pasar yo te ví.
Hermoso huipil llevabas, llorona
que la virgen te creí"

La Llorona - Canción tradicional


Grito mordaz surca los siete vértices del continuum,
obscuro grito tenebroso
que causa congoja, terror y desconsuelo.
Entonces la valentía toma equipaje y huye de casa
para que el miedo entre
y se instale bajo la cama
de la habitación
de nuestro corazón.
Las voz temblorosa,
abuela susurra con reverencia y éxtasis religiosa.
¡Es la Llorona!

****

Grito en el agua, se abre en medio de la noche...
se yergue el miedo en la columna vertebral
y la Muerte observa
acechando con paciencia
y ferocidad...
(La obscuridad vuela en espirales
sobre blancos huesos)
y la Llorona va cantando una serenata,
balada olvidada
de amor, de locura y de muerte.

****

Gritos del más allá
rasgan la seda de la Noche
y el Miedo se ruboriza ante
El sádico placer nacido del duro trabajo
de la pesadilla...
Y el agua remolinea, turbada
por antiguos odios fermentada.
¡Es la Llorona!
Diablos, demonios, brujas y chaneques
no hielan la sangre tanto como esa frase
Trémulamente murmurada
en una habitación sola,
con la luz apagada,
por los labios propios sollozada,
¡Oh figuras blancas bajo la Noche
en pie gritan ante la casa!

****

Gritos en el río...
agua que reflejan el infortunio,
que son Tarot de Muerte
para los médiums dementes.
Se abre un encanto
en la Noche de San Juán,
y la Llorona camina bajo las farolas
arrancándose pedazo a pedazo
Su rostro putrefacto.
Y camina bajo la lluvia torrencial gritando que nada es cierto
que el mundo es una ilusión,
que nada existe y que
La verdadera Tierra nos aguarda
más allá de las veladoras flotando en el río.

****

Gritos en el panteón,
pues un paseo nocturno
nos puede guiar a la insanía.
Bajo la farola, sí, bajo la farola
la llorona llora de risa histérica
ante el pobre  y trasnochado caminante
que tuviera el infortunio,
¡Hay! De encontrarle.
Lacrimal risa en el panteón de la cordura.
No hay veladoras en el río.
Se ahoga el silencio.
El ojo que ve muertos,
occularis infernus
se cierra ¡Oh, Hlisdjard, tronus absu
para Malitzin encerrada
dejando paso al silencio!

Nahuales

 

Afuera es paso de Nahuales trasnochados
que acechan no sé por qué razón.
Rasgueo falseado en una guitarra
sin cuerdas
y que resuena en el silencio
de la noche pálida y enmudecida.

****

Noche escaldada en terrores,
de cadenas y cueros que se arrastran.
Alaridos en la Noche,
pasos en el agua,
pacto sellado,
mutación del humano,
murmullos por doquier.

****

****

El terror de la insípida palabra que como baba idiota
escurre de las fauces purulentas
De los hijos proscritos de la Eva Mitocondrial.
Indescriptible palabra inútil
en el bastión del silencio.

****

Cae el velo del rostro de la muerte
en un puente
donde un niño fantasma
lanza alaridos de cristal afilado
contra las venas destrozadas de su madre muerta.

****

Un barco fantasma sin tripulación alguna viaja hacia la muerte
surcando océanos de miedo, en la obscuridad de eras pasadas.

****

Las rosas flotan en el río
como un regalo a los ahogados,
aquellos que extienden sus brazos esqueléticos
buscando asir fragmentos de vida...
y lloran lo muertos...
sollozan los ahogados espíritus del río,
la corriente del Apatlako se lleva
río abajo
las flores del mal...

****

¿Quién me dirá
qué vi volar ayer
bajo la sangrienta luna?
Porque no me puedo explicar
mi horror ante la eternidad.

****

Pasos suaves en casa silente
pasos tímidos, pasos leves.
Grito impronto
una pequeña cabecita de gato gira
y con sorpresa mira
a la mujer boquiabierta
que contempla como el nahuál
se roba los centenario de la abuela.

****

Saltos y saltos ante ojos azorados,
la marrana sata
llena la noche de burlas.
Chillido animal
atruena en los oídos de los incorpóreos
gritos de algarabía y triunfo,
cantos gregorianos para los desechos.

****

La noche es de miedo, huaraches abandonados
sobre piedras blancas.
Los condenados recorren la calleja,
embozados ocultando sus rostros
mutados
sus rasgos insanos
retan a la cordura de cuantos los ven
transitando calmados la plaza de la iglesia.

****

Los cañaverales ocultan sus misterios
que pocos se atreven a profanar,
nadie quiere saber,
por ejemplo,
quien mueve la milpa, quien abandona
cuerpos vaciados colgando de los chopos,
o quien te sonríe con extrañeza
mirando con insana fijeza
cuando pasas cerca
de maizales
y arrozales.

El Charro Negro



El relincho del caballo del Diablo
resuena por las piedras del monte
donde aguarda ahora la hora
de tu muerte.
El charro negro aguarda
con ancestral paciencia
el momento de conocerte.

****

El relincho del caballo del Diablo
resuena en las calles del pueblo
donde busca el camino que lo llevará
al negro y solitario velorio
donde la presa descansa,
esperando ser reclamada.

****

El relincho del caballo del Diablo
Mece las cunas de los condenados,
donde el charro observa con fijación extrema
el modo en que se asfixian
con su propia sangre
mientras les da a beber, con sus rojas zarpas
gotas de oro líquido.

****

El relincho del caballo del Diablo
Ya no es tan común como antaño
pero. Créelo, se sigue moviendo,
tú, yo y el mundo.
Todos objetivos directos.

****

El relincho del caballo del Diablo
Resuena en la gran ciudad,
los autos no importan,
su caballo los sortea con sin igual agilidad.
su sombrero engendra la mascada
de sombras en su faz.

****

El relincho del caballo del Diablo
Atruena mientras su pecho vibra en la noche
Estruendo.
El Diablo está en el pueblo esta noche
quizá haya edificios, centros y cinemas
Pero él sonríe,
reconoce su lugar
como si aun mirase antiguas haciendas,
derruidas hace tiempo.
Vaga por las calles rebuscando en la basura
la flor podrida que debe llevar
a sembrar a la sombra de un sepulcro
en el infierno.

****

El Diablo aguarda partiéndose de risa
bajo una caseta telefónica
fumándose un puro
marca con negra zarpa
el número de su siguiente visita.
tono...
la llamada es para tí.

Ánima Sola



El fuego del infierno escupe en ésta noche
una sinfónica estridencia de condenación,
los gritos en el campanario
acallados repentinamente por melodías de cadenas.
Hay augurios de muerte,
ahí, espera fatídica,
en busca de la redención.

****

La oración en la noche resuena con estridencias
tres veces las cadenas escucharás sonar,
desnuda el alma debe suplicar,
con fin de ofrecer lo que amas
por aquello que mas anhelas,
lo que más atesores, por lo que mas deseas.

****

Veladoras en el río
y velas.
Mientras velas aguardando
la hora marcada de incienso y tiniebla.
Negruras densas en el vaso vacío
de la veladora.
Alfileres enterrados en cera...
incrustan el metal en suave
y pétrea materia.
Mente y pensamiento, en el rezo.

****

Novena a las ánimas solas del purgatorio.
Aquellas que solitarias aguardan tu compañía.
¡Ah! Amantes abrazados
a la piedra fría
de la tumba.
Clara señal oscilando clara
En las llamas del cirio
ad inferos
canticum tuum, hominispiritualis.
arreciando tempestades de gritos en Ixtlán.
In tenebris la tonatzin del xocoyotzin solloza
in tenebris, ed in laudem tenebrarum.

****

Concierto de gritos y cadenas
viajes póstumos a olvidadas laderas
a montes tenebrosos
a valles embrujados
por mil corazones traspasados.

Ánimas, que no amanezca.